“Pues quedando atrás el temor a Cartago, y apartada su rival
en el poder, se abandonó la virtud de manera no progresiva, sino precipitada,
para volcarse a los vicios; perdida la antigua disciplina, se estableció una
nueva. La ciudadanía cambio la vigilia al sueño, de las armas a los placeres,
de las ocupaciones al ocio” – Veleyo Paterculo, principios del siglo 1 d.C
EL EJEMPLO HISTÓRICO
Roma, a finales del siglo II a.C., estaba en su punto más
alto de gloria. Vencidas se encontraban todas las tribus que se les oponían,
desde Cartago, su mayor enemigo, hasta las pequeñas tribus germánicas. Uno de
las mayores ventajas que tenía sobre sus enemigos era su sistema político, la
república. Este sistema, había logrado que los problemas internos de roma
hubieran desaparecido, con lo que podían pasar a concentrarse en conquistar
nuevas tierras. Nada podía ir mejor.
O al menos eso parecía. Todavía quedaban algunas pequeñas
tribus nómadas que combatían por aquí y por allá contra ejércitos romanos. El
pueblo de Roma, consideraba inaceptable que batallas minúsculas se perdieran
por incompetencia de quienes debían protegerlos. Es por eso que pedía a gritos
un nuevo líder. Y en ese espacio vacante, la mejor opción era Cayo Mario. Un
reconocido militar estratega que había conseguido victorias donde otros habían
fallado. La elección era clara. Cayo fue convertido en cónsul. La república
estaba dirigida por dos cónsules, los cuales ocupaban su cargo durante 12
meses. Una vez concluido ese periodo, debían pasar 10 años para que pudieran
volver a presentarse a la elección del cargo.
Pero el pueblo estaba descontento. Solo Cayo parecía ser la
única persona capaz de vencer de una vez por todas a las tribus que seguían
masacrando y generando destrozos en la periferia de Roma. Así que, por primera
en vez la historia de la república, una excepción fue hecha. Cayo Mario estuvo
5 años en el cargo de cónsul. Era inimaginable, y si bien la legalidad del
método que uso para llegar a ocupar el puesto por tanto años era cuestionable,
consiguió el objetivo. Las tribus fueran destruidas.
El problema ahora, era otro. La república, aquel sistema de
organización que había llevado a Roma a ser Roma, estaba en peligro. La
violencia en las elecciones estaban en un nivel nunca visto. Había posibles
futuros cónsules asesinados por la turba de las masas. La mayoría de ellos,
incitados por sus contrincantes. Las legislaciones, empezaron a ser tomadas por
la fuerza.
Poco a poco, todos los principios que sostenían a Roma se
empezaron a resquebrajar. La excepción del cargo de Mario sentaría un
precedente. El interés de ocupar el más alto cargo de la república por más
tiempo que el estipulado, fue despertando en muchas personas, que trataron de
imitarlo. Su medio: la violencia. Su objetivo: poder absoluto. Pocos tuvieron
éxito. Pero el daño ya estaba hecho. Finalmente, el sobrino de Mario, Julio
César, lograría definitivamente lo que otros venían intentando sin éxito:
convertirse en el primer dictador de la historia romana.
No importa lo que digan. No fue el ascenso de César lo que
produjo la caída de roma. El punto inicial de la caída de la república fue
cuando ésta empezó a alejarse de los principios que la habían convertido en el
imperio más grande de occidente.
¿QUÉ ES LA MOTIVACIÓN?
Roma no es un caso aislado. Abundan ejemplos de gente que
una vez que consigue aquello que quería, pierden el ímpetu y la ambición.
Pierden la motivación. Aquel concepto tan de moda en estos tiempos que corren.
“Necesitas motivación para esto”, dicen, “Y para esto otro”. “También para esto
otro, bueno, para todo”, terminan sentenciando miles y miles autores, libros, y
cuentas de instagram que suben frases “motivadoras”. La motivación se ha vuelto
común. Pero se ha vuelto común porque parece ser que todos la necesitan. Todos
están hambrientos de ella. Sienten que no pueden avanzar si no están motivados.
Todos quieren compartirla. Desarrollarla. Todos son motivadores.
En mi opinión se ha vuelto un tema tan banal, tan usado,
que, al igual que toda palabra que se usa de sobremanera, perdió su
significado.
Motivación: Cosa que anima a una persona a
actuar o realizar algo.
La motivación es importante, en eso estamos de acuerdo. No
es todo, como veremos más a adelante, pero es importante. Es como una fuerza de
gravedad que te empuja hacia a lo que quieres conseguir. Llevándote del punto
A, al punto B. Sin motivación no tendrías la necesidad de mejorar y aspirar a
más grandes cosas. Pero un punto importante que muchos saltean, es el tema de
la raíz de la motivación. ¿Qué la desencadena? ¿Qué hace que esa fuerza te
empuje hacia x objetivo? ¿Por qué a veces desaparece, no cuando no conseguis
algo, sino cuando efectivamente logras lo que querías? Si hasta imperios caen
sin ella, debería ser un tema a analizar.
Así que, ¿De dónde surge? La respuesta está en lo que llamo: estresores.
ESTRESORES COMO MOTOR DE LA MOTIVACIÓN
Mi definición de un estresor es: Cualquier estimulo, que te
obliga moverte. Ya sea, para evitar alguna consecuencia, como también para
conseguir algo. Es cualquier cosa del ambiente que genera una presión sobre vos
para que actúes.
Esta historia te resultará familiar: tenías que entregar un
trabajo para la escuela. El profesor lo da con 3 semanas de antelación para que
vayas buscando información y la fecha no te llegue encima. El tiempo pasa y no
tocas nada del material que deberías haber leído o buscado. Ni siquiera
empezaste el trabajo. Dos días antes de la fecha de entrega, recuerdas que hay
que hacer el trabajo porque el profesor lo menciona en clase. Apurado y
puteando porque sabes que deberías haber empezado antes, llegas a tu casa y
terminas el trabajo en el tiempo que queda restante. Si quisieras haber
empezado antes no hubieras podido. No podías concentrarte. Sabías que faltaba
mucho y tenías cosas más importantes que hacer. Pero con la amenaza de la fecha
de entrega a la vista, es como si una concentración que no tuvieras en ningún
otro momento se hubiera apoderado de vos y logras terminarlo a tiempo.
No importa cuántas veces te pase a lo largo de tu vida, si
eres como la mayoría de las personas seguirás aplazando toda entrega hasta que
no estés con el tiempo justo. Esa fecha limite es un estresor. Un estresor
débil. Carece de la fuerza suficiente para motivarte a empezar el trabajo hasta
que seas capaz de tenerla presente. Hasta que se vuelve real, por así decirlo.
Esta clase de estresor es un estresor inmediato, aquel donde un estímulo
perceptible, real, en el cual las consecuencias se pueden apreciar en el
momento, te fuerza a la acción. El estresor inmediato es el más común; el más
normal. Es el motivador supremo de la mayoría de las personas. Pero hay otro.
Mucho más necesario. Mucho más poderoso. No es tan normal, pero cuya utilidad
es mayor y es el que han usado todas las personas exitosas en menor o mayor
grado. Los mediatos.
Esta clase de estresores requieren más trabajo. Las
decisiones más importantes poseen consecuencias que no son visibles a simple
vista, y que puede que no te afecten hasta dentro de unos años. Necesitas
imaginación para sentir las consecuencias en carne propia, sufrirlas y entender
su importancia para que ejercen una fuerza motivacional en vos. Para usar estos
estresores y desarrollarlos basta con imaginar la consecuencia que sufrirás en
el futuro si nunca empezarás tu proyecto personal. Imagina cómo te seria tu vida,
tus amistades, tus necesidades, las cosas que podrías o no hacer, si no dejas
de aplazar aquel gran proyecto que quieres empezar pero que, debido a miedos,
pereza o indecisión, no empiezas nunca. Es difícil, lo entiendo. Pero
necesario.
¿Cómo aplicar un estresor mediato?
Si quisieras ser un músico famoso, por ejemplo, tendrías que
dedicarle horas y horas al instrumento. Tendrías que practicar hasta el
cansancio. También vas a tener que hacer cosas para darte a conocer y sacar tu
material, como por ejemplo usar las redes sociales, subir videos, etc. Es
decir, vas a tener que hacer ciertas cosas, que muchas veces no vas a tener
ganas de hacer, pero que son necesarias para alcanzar tu meta. ¿Qué puedes
hacer para sacar motivación y ser más disciplinado en tu actividad? Imaginar
que nunca te vuelves un músico profesional. Lo cual sería, nada más y nada
menos, que la consecuencia lógica si no pones las horas de práctica y trabajo
necesarias. Imagina cómo sería tu vida, rodeada de la misma gente, en la misma ciudad,
con poca plata, sobreviviendo día a día, trabajando y pasando las horas de tu
vida en un trabajo que no te guste.
Con ese jefe que odias. Tomando ese mismo desayuno todos los
días, apurado y siendo incapaz de disfrutarlo. Mira a tu alrededor e imagina
que mañana tienes que madrugar para ir a ese trabajo, que estas atascado en una
ciudad que te quedo pequeña; en un casa que no es la que desearías, pero en la
que estas de todos modos, porque no tienes dinero suficiente para poder
mudarte. Imagina los logros que podrías haber conseguido si hubieras sido un
músico famoso. Los recitales frente a miles de personas, viajar con el mundo,
grabar álbumes y que la gente los compre, las experiencias, conocer a tus
ídolos, conocer gente con la misma pasión. Crear todo lo que querías.
Expresarte. Una vida mejor que no vas a poder alcanzar porque aplazaste la
práctica. Una vida mejor que está lejos de tu alcance porque el trabajo que
tenías delante tuyo era “muy pesado” y te encontrabas “sin ganas”.
Si el estresor es lo suficientemente poderoso sentirás un
dolor interno. Una molestia. Como si hubieras perdido algo. Una sensación que
te dirá que dejes de perder el tiempo y mires con otros ojos la práctica que
tienes por delante. Eso es un estresor mediato.
DIFERENCIAS ENTRE LOS ESTRESORES
Los estresores inmediatos ocurren en el presente próximo, su
fuerza proviene que podes ver las consecuencias. El peligro está cerca. Puedes
sentirlo. En cambio, los mediatos implican una consecuencia que se da en un
futuro lejano. Los inmediatos usan una fuerza de empuje para moverte, de
repulsión. Los mediatos una fuerza de atracción. Como imaginarás, los mediatos
son más difíciles de poner en juego.
Uno no ve los beneficios de forma rápida de madrugar todas
los días y dedicarle tres o cuatro horas a una actividad para perfeccionarla. A
veces pueden parecer una pérdida de tiempo. A veces no vas a tener ganas. A
veces te va a dar la sensación de que deberías abandonar. Que no merece la
pena, porque, en el fondo, desconoces a ciencia cierta si vas a conseguir lo
que quieres. Por eso es que estos son los más importantes. Empezar un
emprendimiento o proyecto propio no brindará sus frutos hasta que pasen unos
cinco años, como mínimo. La motivación que se necesita para no abandonar y
seguir por más que no veas los resultados que quieres, debe provenir de un
estresor mediato potente. Debes ser capaz de ver, en el ahora, como seria tu
vida si abandonaras y te resignaras a un trabajo que no te guste, pero que sea
más cómodo.
La mejor táctica es mezclarlos. Y eso se logra a través de
imponerte y crearte tus propios estresores. Toma tu hobby como un trabajo. Un
trabajo en que posees un jefe al que le rendís cuentas. Pon fechas límites
ficticias para entregas de trabajos. Desarrolla estándares altos en determinadas
actividades. Leer x páginas por día. Escribir x palabras por día, y técnicas
similares son formas que uno puede imponerse para llevar a cabo dicha
actividad. Requieren poseer una disciplina alta en la persona que quiere usarlos.
Lo bueno de esto, es que una vez que empieces y los mantengas, dicha disciplina
crecerá con el tiempo y se extenderá a otras actividades del día a día.
Una última advertencia debe ser hecha. Si las cosas te van
bien va a haber un punto en que ya no tendrás estresores inmediatos reales que
te fuercen a que sigas con el mismo ímpetu de trabajo que te trajo hasta donde
estas. Esto es peligroso. Cuando no tengas ninguna preocupación en las
cercanías, es cuando más vas a tener que recurrir a los estresores mediatos.
Vas a tener que imponértelos a vos mismo. Roma es solo un ejemplo que nos da la
historia de lo que puede ocurrir si no lo haces.